Cuando se llena una piscina por primera vez, ya sea con agua potable o de pozo, ésta se ve limpia a simple vista pero, al estar expuesta a la intemperie el agua se contamina de bacterias y microorganismos atmosféricos y de los propios bañistas, lo que sumado a la estanqueidad y la acción solar produce la aparición de algas tomando el agua un color verdoso. Por otra parte los agentes atmosféricos introducen en el agua polvo, tierra y hojas que la enturbian.
Una solución a estos problemas exige dos actividades de mantenimiento; por una parte necesitamos un sistema de desinsectación y tratamiento que lleve el agua a valores en su composición química, apropiados para el baño. Y además será necesario un sistema de filtrado que recoja las partículas, grandes y pequeñas.
Un sistema de filtrado da lugar a lo que conocemos como la fontanería de la piscina. Consiste básicamente en una tubería que recoge el agua de la piscina, la pasa por el filtro, y la retorna limpia al vaso de la piscina. Este sistema constituye un circuito que toma fuerza gracias a una bomba eléctrica. Tanto el filtro, como la bomba con su panel de control deberán colocarse en algún lugar cerca de la piscina. Es lo que se conoce como Local técnico. Para una piscina unifamiliar lo más común es que el Local técnico sea una arqueta construida al efecto con desagüe en el fondo para evitar inundaciones. En esta arqueta deben existir: una toma de agua, una toma de desagüe y un enchufe eléctrico. Existen arquetas prefabricadas que se adosan al vaso de la piscina.
En el circuito de filtrado sólo debe de haber agua; y nada de aire, por lo que todos sus elementos deben quedar por debajo del nivel de la superficie de la piscina. Como ayuda a la expulsión del aire todas las tuberías tendrán una pendiente de forma que el aire pueda salir por el punto más alto, que como veremos a continuación, es la aspiración de la superficie (skimmer).